Y miren que estas tortillas son
dignas de mención. Son, tal cual se anuncia, hechas a mano, pero desde el
principio porque Doña Rosa hace el nixtamal desde un día antes y tiene un
pequeño molino donde saca la masa, para hacer las tortillas en una maquina de madera de palanca larga, que
aprieta con justa fuerza, para que la bola se aplane hasta donde ella quiere y
sabe. Luego, la despega y la pasa al comal, con movimiento quebrado de mano,
como si de torear se tratara, sin romperse, ni ondearse, ni doblarse, no, con
diestro y elegante gesto la tortilla cruda, de fragilidad extrema, es
despegada, transportada y depositada en el comal, con magistral precisión y
elegancia.
Doña Rosa, transformarse en un burrito… y es que del
comal agarra uno la tortilla, le pone sal , la aprieta con la mano hasta
hacerla bolita: un burrito, delicioso.
Doña Rosa Curiel es de Atenguillo. Allà
todavía vive su madre, una hermana y más familia, pero ella lleva en Mascota 25
años, dice que las tortillas de su pueblo son de mayor tamaño, pero que se
hacen de igual manera. Dichosos ustedes, en el DF, son de maseca y pura
maquinaria.
Maru Herrera.
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